Hablemos del mediador… (Concha Garcia Romero)
Quien acude a un proceso de mediación se
plantea numerosas preguntas debido al desconocimiento de esta forma de
solucionar conflictos, nueva para muchas personas. Dudas como por ejemplo, ¿Cómo
irá el proceso? ¿Cómo será el “temido” encuentro con…(familiar, amigo, vecino,
socio…)?, ¿Seré capaz de soportarlo? ¿Qué tendré que contar? Pues bien, antes estas dudas e incertidumbre
de los mediados o futuros mediados, el mediador debe presentarse como una
persona cercana, que transmita la confianza necesaria de manera que las partes
encuentren su espacio para poder trasladarle su circunstancias, emociones, la
situación por la que atraviesa y por la que se ven envueltos y es motivo de
esta asistencia al proceso de mediación, y todo ello conciliándolo con la
profesionalidad que le caracteriza.
Cuando una persona se encuentra por
primera vez delante del mediador, debido al estado en que puede hallarse, es
posible que se muestre hermética, nerviosa e incluso violenta. Es por ello que
este primer encuentro considero que debe
ser individualizado, dirigido a informar y preparar al mediado para el posible
proceso que realizaremos. Será aquí cuando el mediador debe desplegar sus
habilidades para hacerle saber que ha elegido una buena opción, para hacerle
sentir cómodo y seguro de su decisión, independientemente de que en un futuro
decida apartarse del proceso. En definitiva, para crear un ambiente distendido,
idóneo para tratar ese tema que tan delicado le es a las partes en conflicto.
Entonces, ¿cuáles son las características
que buscamos en un mediador? Precisamente esta es la pregunta que hacemos en
nuestras sesiones a los chicos de los colegios ante los que llevamos a cabo
nuestros proyectos de mediación educativa. No es exactamente así la pregunta.
Se la planteamos de la siguiente manera: ¿cómo te gusta que sean las personas?
Así imaginan cómo sería su ideal y es a ese mismo al que nos gusta adaptarnos.
Divertidos, simpáticos, alegres, listos, sinceros, “buena gente”… éstos son
algunos de los adjetivos que les gustaría atribuir a su mediador ejemplar, de
tal modo que encuentren en esa persona ideal alguien a quien confiarle sus
emociones, pensamientos y preocupaciones. Pero evidentemente según con qué tipo
de colectivo o mediados estemos, deberemos ajustarnos a unos y otros.
No sólo hemos de tener ese carácter
especial al que nos referíamos anteriormente, sino que también tenemos que
cumplir con la imparcialidad que caracteriza a la figura del mediador. Debemos
saber manejar las situaciones, controlarlas, incluso me atrevería a decir,
“jugar” con ellas, para dirigir el proceso hacia cada una de las fases con las
que se debe cumplir.
Éstas habilidades con las que cuenta y
trabaja el mediador, pueden ser adquiridas a través del aprendizaje y sobre
todo, deben formar parte de su
personalidad, de manera que, la naturalidad sea la base de este trabajo, que,
como siempre decimos, será distinto en cada caso y ajustado a las necesidades
de cada conflicto y personas inmersas en ellos.
¿Y tú? ¿Sabes cuáles son esas habilidades
que tienes y puedes llegar a explotar para ser un buen mediador?