Por Araceli Espada García
Acerca de Mediación se ha escrito mucho, a pesar de ser tan joven, y tiene ya muchos admiradores, personas que han seguido su crecimiento, que la han acompañado hasta ahora, quizá se acerca a la edad adulta, aunque aún le queda mucho camino por recorrer.
Es una opción personal, decidir acompañarla, imbuirnos de su cultura para comportarnos en consecuencia, no sólo se trata de un método, de un procedimiento para resolver problemas, de un trabajo profesional, se trata de un continuo cuestionamiento interno, de ser concientes de que a partir de esa decisión tu vida girará en torno a ella, rodeada de vivencias personales y profesionales en las que surgirán conflictos a los que enfrentarte, y ¿qué hacer?, ¿cómo actuar?, ¿cómo ser coherentes con nosotros mismos?, ¿cómo estar atento a las palabras, las intenciones, los gestos, las interpretaciones, las posiciones, los intereses de tantos como somos únicos en el mundo?.
Para ser sinceros con la mediación, sencillos con el proceder, debemos los que queremos ser mediadores estar en permanente conocimiento de nosotros mismos y de la condición humana. Para aprender a aprehender, para conseguir que nuestros juicios y prejuicios no intervengan en nuestro quehacer. Y esto no es una labor sencilla, con razón la normativa exige un Formación Continua, y a mi entender, no sólo en los aspectos técnicos y metodológicos sino en la reflexión permanente sobre nuestra persona, nuestras ideas y valores, prioridades y motivaciones.
Ser profesional de la Mediación va a exigir estabilidad emocional y equilibrio psicológico. El conocimiento de uno mismo presupone el de las propias aptitudes y limitaciones, el del temperamento y las principales pautas de conducta personales, las tendencias fundamentales, nuestros intereses más primitivos y saber interpretar los sentimientos, los nuestros y los de las personas protagonistas de la mediación, y saber transmitirles
esa actitud hacia la búsqueda del equilibrio en su sentido más amplio.
Ser mediador exige un difícil ejercicio de introspección, ya que es necesario observarnos y analizarnos, para poder observar a las partes, analizar el conflicto e interpretar los sentimientos e intereses de ambas.
Cuando nos auto observamos ponemos automáticamente en marcha mecanismos de defensa y autojustificación que nos hacen perder objetividad al juzgarnos y esta falta de imparcialidad puede generarnos dudas que se traducen en inseguridad. ¿Cómo haríamos entonces para ser neutrales e imparciales con otros?, ¿Para mantener el equilibrio entre las partes?
Las personas en conflicto adquieren una pequeña contradicción emocional y si conviven con el problema y persisten en el conflicto, máxime si es de tipo familiar, puede llegar a tener profundas contradicciones existenciales. Algunas tienen gran dificultad para analizar e interpretar sus sentimientos, por lo que les resulta muy difícil, no solamente conocerse, sino interpretar lo que ocurre en su interior durante momentos o épocas de su vida en que ven modificarse su afectividad. La persona mediadora debe saber esto, tener a raya este tipo de contradicciones (autocontrol), ser coherente y haber hecho el ejercicio de conocerse así mismo para poder mediar.
Conocerse a uno mismo es un punto esencial para lograr el equilibrio
psicológico y una correcta maduración de la personalidad. Si conocemos nuestras aptitudes, podemos desarrollarlas, si conocemos nuestras limitaciones ya podemos superarlas, comprendernos mejor y evitar objetivos que no seremos capaces de lograr, evitando posibles frustraciones.
La persona mediadora debe perfilar un proyecto personal de vida y aceptarse tal y como es, dentro de un espíritu de superación y de coherencia interna, que favorece la constancia y la continuidad biográfica, traduciéndose en un sentirnos a gusto con nosotros mismos, algo importante para lograr un buen clima para Mediación, una buena adaptación al contexto y un buen diagnostico de las relaciones interpersonales. Esto a su vez nos permitirá ser personas creativas, colocar a las partes en clave de negociación en base a intereses en vez de posiciones, reformular y desarrollar la acción de búsqueda del acuerdo, es decir, hacer que el proceso de Mediación funcione.