Por IRENE CHECA
Nuestro día a día está lleno de idas y venidas, de conocimiento y desconocimiento.
Conocer lugares, personas, compartir momentos, aprender, equivocarse, volver a aprender, volver a equivocarse… haciendo un camino en una sola dirección, pasando por mejores y peores momentos, de los cuáles aprendemos a saber qué no queremos ser, por qué queremos luchar y dónde queremos llegar.
El conflicto es un acontecimiento cotidiano, ha existido y existirá siempre. Ante una situación de desacuerdo tenemos dos opciones: hacer de un grano de arena una montaña, aumentando la tensión, añadiendo problema tras problema, deteriorando a cada momento la relación, o actuar reconociendo y afrontando el problema, intentando resolverlo de forma constructiva.
En mediación el conflicto permanece en el ámbito de decisión. La mediación busca que las partes inmersas en esa situación hagan de su problema una oportunidad, entendiendo cuál es la realidad a la que se enfrentan, disminuyendo la carga emocional, potenciando su autoestima y confianza, desarrollando una visión positiva de su situación, fomentando un clima de diálogo, tolerancia y cooperación.
El arte de la mediación se basa en la capacidad que tenemos los profesionales de este campo de analizar circunstancias singulares y manejar las situaciones a medida que surgen, asistiendo a las partes en conflicto de forma imparcial, legitimando el derecho de éstas a negociar, facilitando la identificación de los puntos de interés, velando porque los acuerdos sean razonables, efectivos y satisfactorios para ambas.
La garantía de éxito depende de la rapidez del proceso, la firma del acuerdo, el grado de satisfacción de las partes, la mejora contrastada de su relación y la aceptación, permanencia y compromiso de los acuerdos.
Para nosotros, los profesionales de la mediación, el éxito está presente en todo momento. En el inicio del proceso, a lo largo del mismo con la interacción con las partes, con la reconducción de la situación y con la satisfacción de ver, y hacer ver, el problema como una oportunidad. Nuestro éxito es nuestra implicación, porque su éxito depende de nuestra profesión.
“Quienes pueden es porque piensan que pueden”