Ahora que nuestra vida está impregnada de la mediación, y
hablo en nombre del equipo de mediadores de Triana, convirtiéndose en una forma
de actuar, entender, sentir, pensar, en definitiva de vivir , es hora de
transmitir esta vía, no ya de resolución, sino de acatar y prevenir problemas.
Diríamos que es una desconocida, aunque a la hora de explicar qué es, en qué consiste
y cómo se trabaja, a quien pregunta “¿Pero qué es? yo sé que significa mediación,
pero exactamente no sé a qué te refieres”, en ese instante encuentro el
momento. Mi momento para transmitir mi espíritu de mediadora. Su momento para
hacerles ver que hay otra manera de tratar los problemas, en el que tenemos en cuenta sentimientos,
emociones, situaciones. En el que legitimamos a las partes, generamos ese
ambiente para que sus posicionamientos se evidencien a la otra parte que hasta
entonces sólo había entendido su postura como la válida. Siempre les digo a
aquellos que no tenían conocimiento de la mediación que para mí es una forma
más humana de solucionar conflictos.
Como hicimos la semana pasada, hemos de echarnos a la calle,
tenemos que difundir, informar, dar a conocer la mediación. Cuando hablamos de
lo que hacemos y a qué nos dedicamos, se refleja en nuestras palabras, en
nuestras explicaciones, en nuestra mirada, incluso en nuestros gestos, porque
estamos completamente convencidos, porque creemos firmemente en la mediación,
porque para nosotros, las relaciones humanas son fundamento de la convivencia,
felicidad y bienestar, y sabemos que ésta es la forma en la que se han de
tratar muchos de los problemas que a la sociedad se les plantea y por los que
sufren. Tenemos que difundir la idea de que hay una forma mejor de solventar nuestras
disputas.
No debemos olvidar a
los escépticos, pero aun así, si les contamos nuestras experiencias, nuestra
forma de trabajar, la acogida de la mediación de quienes llevan tiempo inmersos
en un problema y cuando se han sentado en nuestra mesa han descubierto otro
camino y se les han abierto los ojos, han descubierto cuál era el punto de
vista de esa persona con la que llevaba tiempo en una situación dolorosa e incómoda,
cuando contextualizamos y le contamos nuestra forma de actuar, les hacemos
visible esta opción, que, aun no creyéndola al cien por cien, siempre quedará
un resquicio de nuestra emoción y visión en su memoria y quizá les llegue el
día en el que le encuentren sentido e incluso la necesidad de acudir a ella.
No me importa que me llamen soñadora, de hecho me encanta
¿hay algo más hermoso que disfrutar en la realidad de tu sueño? Pero no somos
tan idealistas. Es complicado que la gente deposite su confianza en un
mediador, es complicado hacerles llegar a todos este camino, es difícil su dispersión
y extensión, por lo que tenemos que trabajar en ello. No queremos que el mundo
se pierda esta oportunidad. Nuestra meta principal es que crean en ella y la practiquen. Probablemente
sea una cuestión cultural, porque desde nuestro punto de vista, hay que
inculcar la mediación desde los primeros años, de esta manera adquiriríamos una
madurez más completa, ya que entenderíamos los problemas de manera distinta,
lograríamos una implicación distinta en ellos e incluso prevendríamos
situaciones duras y desapacibles.
Sabemos que el éxito de la mediación en nuestra sociedad es
un camino de largo recorrido, pero que poco a poco lo estamos trazando, que
tenemos que acudir a fórmulas innovadoras para difundir este método.
Que nos llamen locos, ilusos o
idealistas, pero gracias a estas locuras, ilusiones e ideas, de alguna manera
le hacemos llegar a las personas una forma de resolver los problemas en la que,
dicha controversia, se trata desde una perspectiva de cambio y oportunidad. En
definitiva, le mostramos una manera más satisfactoria y positiva de enfrentarse
a los conflictos.
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