jueves, 28 de noviembre de 2013

TEATRO DE GUIÑOL PARA LA CULTURA DEL ACUERDO

ÉRASE UNA VEZ...
               Señoras y señores, niños y niñas...ayer fue un gran día, puesto que ha regresado con todos nosotros OLGA, la mediadora, pionera y difusora de la “cultura del acuerdo”en TRIANA.
               En un principio, cuando empezó su bagaje en esta materia, todos la tomaban por loca,  ella confiaba plenamente en esta vía de gestión de conflictos, con lo cual, siguió caminando y progresando hasta que, hoy por hoy, es admirada y gran considerada.
               Y...¡no ha venido sola!, la acompaña su querido amigo “Manolo Pan”, un pequeño niño que vive junto a sus padres y hermanos en el emblemático barrio de Triana (Sevilla). Juntos contarán una experiencia dónde saltan las alarmas y se crea un ambiente de tensión y preocupación, que, sin embargo, contará con aportaciones e intervenciones que sacarán las mejores carcajadas de nuestro pequeño público.

               Para nosotros, como equipo, ha sido una experiencia increible en la que hemos disfrutado con las risas, las aportaciones, la imaginación y baile de estos pequeñines, que sin duda, constituyen la semilla donde ha de florecer una nueva forma de educación basada en el diálogo y la convivencia pacífica. Por Marga Estepa

miércoles, 6 de noviembre de 2013

DIFERENCIA ENTRE ARBITRAJE Y MEDIACION

DIFERENCIAS ENTRE ARBITRAJE Y MEDIACIÓN En la actualidad, existe una convicción común que las palabras “arbitraje” y “mediación” sean sinónimos cuando, en realidad, ambas palabras representan jurídicamente a dos instituciones distintas que tienen una normativa, un procedimiento y un efecto muy diferente entre ellas. Dichos métodos alternativos de resolución de conflictos tienen formas y efectos muy distintos, y lo único que comparten ambos sistemas es la finalidad que persiguen, es decir, se acude a ellos para evitar un proceso judicial convencional. Estas son algunas de las características entre Mediación y Arbitraje: En el arbitraje, las partes deciden de forma voluntaria que una determinada controversia sea dirimida por un tercero, es decir, el Árbitro, mediante la emisión de una decisión vinculante para ambas. Dicha decisión recibe el nombre de Laudo. Sin embargo, en la mediación, el Mediador se limita a acercar las posturas de las partes, favoreciendo la firma de un posible Acuerdo que satisfaga a ambas. En la mediación son las partes quienes ponen fin eventualmente a la controversia de un modo voluntario mediante el correspondiente acuerdo. Las partes siguen siendo dueñas de la eventual decisión tomada, mientras que en el Arbitraje las partes están obligadas a aceptar y acatar la decisión emitida por el Árbitro. La mediación es un encuentro, cuyos resultados no serán vinculantes para las partes. Los involucrados se reúnen con un Mediador cuya función es única y exclusivamente buscar puntos de acuerdo entre las partes, pero de modo alguno podrá obligar a las mismas a que resuelvan su conflicto. En cuanto a los efectos, en la mediación las partes pueden eventualmente atribuir eficacia ejecutiva al acuerdo mediante su elevación a escritura pública. En el arbitraje, el Laudo emitido por el Árbitro tiene efectos ejecutivos propios como cualquier otra Sentencia judicial. Esto quiere decir que el eventual incumplimiento de lo pactado (en la mediación) o de lo ordenado (en el arbitraje) generará efectos opuestos, visto que el incumplimiento del Acuerdo logrado a través del mediador obligará necesariamente a una de las partes a interponer de un procedimiento ordinario mientras que, el incumplimiento del Laudo, comportará directamente la interposición de un procedimiento ejecutivo para conseguir el cumplimiento judicial de lo establecido. En conclusión, considero que una de las razones por las que acudir a mediación es que iniciar el procedimiento supone pocos riesgos, ya que las partes siempre van a tener el control de la controversia y pueden acabar con la mediación cuando lo deseen. Por lo general, acudir a un procedimiento de mediación siempre suele ser positivo, porque aunque las partes no lleguen a alcanzar el acuerdo, éstas habrán acercado posturas y habrán intentado poner solución a sus problemas de una manera más pacífica. María Gámez Casado.

jueves, 31 de octubre de 2013

EL BUEN ACUERDO EN MEDIACION



                ¿Qué entendemos por un buen acuerdo en mediación? ¿Siempre tenemos que llegar como objetivo final a la firma del ACUERDO? ¿Podríamos realizar como profesionales de la mediación un trabajo eficaz y eficiente sin necesidad de llegar al mismo?
                En multitud de ocasiones, tanto nosotros, mediadores profesionales, como las partes, nos cegamos en que el objetivo final del proceso de mediación consiste en llegar a un acuerdo. Pero imagínense que las partes finalmente no encuentran intereses y necesidades que puedan equilibrarse satisfactoriamente para ambas después de haber conocido en toda su plenitud el conflicto; ¿Creeis que hemos fracasado como profesionales?
                Queridos amigos/as, siguiendo nuestra filosofía de la Escuela Sevillana de Mediación, más que en la firma del acuerdo, la clave se encuentra en la GESTIÓN del conflicto a lo largo del proceso, mediante el cual se afianzan las relaciones, se construyen y fortalecen los canales de comunicación y diálogo, las partes son concientes del problema y, por tanto, se responsabilizan del mismo, se sienten protagonistas de su problema y elaboran sus propias soluciones o alternativas.
Así bien, una vez trabajado el conflicto en todo su contexto y llegados a tal recorrido y profundo aprendizaje es, en este punto de inflexión donde podemos llegar a  un buen acuerdo justo, estable, equitativo y duradero. ¿Qué pensais sobre esta reflexión?

Margarita Estepa.

martes, 15 de octubre de 2013

EL SILENCIO

¿Y si le dedicamos un momento al silencio? por CONCHA GARCIA ROMERO

Algo que a veces nos resulta incómodo, como es el silencio, puede llegar a ser imprescindible. Si lo encuadramos dentro del proceso de mediación,hemos de darle la importancia que tiene. Existe antes,durante y después del proceso.

Debemos respetar estos momentos de reflexión, asimiliación,de miradas, de comprensión,aceptación o reconocimiento por parte de los mediados.

Es el complemento necesario para ayudar a solucionar el problema. El objetivo fundamental del mismo es generar un espacio para el reencuentro con uno mismo, ayudado por la pregunta y consecuentemente, asumir una actitud reflexiva.

El silencio le permite al mediador prestar atención no sólo a lo que dicen las partes, sino, paradójicamente, a lo que no dicen.
 
El silencio es revelador. Revelador de intenciones, de prejuicios, de emociones. El silencio nos hace cautivo de las miradas y por tanto del contacto mas allá de las palabras.
 
A través del silencio las partes se muestran tal como son y sobre todo "hablan" por los sentidos, las sensaciones.
 
Silencio del Mediador.... silencio de los mediados.... silencio en el proceso.... silencio en las posiciones, en las necesidades, en los intereses. Silencio al fin y al cabo que es necesario, al igual que la discusión, el debate o las muestras de emociones. Valoremos el silencio en su justa medida.... desde la Escuela Sevillana de Mediación y el Sevicio de Mediación de Triana os animamos a "guardar silencios" como experiencias de vida.

jueves, 3 de octubre de 2013

HABLEMOS DEL MEDIADOR

      Hablemos del mediador… (Concha Garcia Romero)
      Quien acude a un proceso de mediación se plantea numerosas preguntas debido al desconocimiento de esta forma de solucionar conflictos, nueva para muchas personas. Dudas como por ejemplo, ¿Cómo irá el proceso? ¿Cómo será el “temido” encuentro con…(familiar, amigo, vecino, socio…)?, ¿Seré capaz de soportarlo? ¿Qué tendré que contar?  Pues bien, antes estas dudas e incertidumbre de los mediados o futuros mediados, el mediador debe presentarse como una persona cercana, que transmita la confianza necesaria de manera que las partes encuentren su espacio para poder trasladarle su circunstancias, emociones, la situación por la que atraviesa y por la que se ven envueltos y es motivo de esta asistencia al proceso de mediación, y todo ello conciliándolo con la profesionalidad que le caracteriza.
      Cuando una persona se encuentra por primera vez delante del mediador, debido al estado en que puede hallarse, es posible que se muestre hermética, nerviosa e incluso violenta. Es por ello que este primer encuentro considero  que debe ser individualizado, dirigido a informar y preparar al mediado para el posible proceso que realizaremos. Será aquí cuando el mediador debe desplegar sus habilidades para hacerle saber que ha elegido una buena opción, para hacerle sentir cómodo y seguro de su decisión, independientemente de que en un futuro decida apartarse del proceso. En definitiva, para crear un ambiente distendido, idóneo para tratar ese tema que tan delicado le es a las partes en conflicto.
      Entonces, ¿cuáles son las características que buscamos en un mediador? Precisamente esta es la pregunta que hacemos en nuestras sesiones a los chicos de los colegios ante los que llevamos a cabo nuestros proyectos de mediación educativa. No es exactamente así la pregunta. Se la planteamos de la siguiente manera: ¿cómo te gusta que sean las personas? Así imaginan cómo sería su ideal y es a ese mismo al que nos gusta adaptarnos. Divertidos, simpáticos, alegres, listos, sinceros, “buena gente”… éstos son algunos de los adjetivos que les gustaría atribuir a su mediador ejemplar, de tal modo que encuentren en esa persona ideal alguien a quien confiarle sus emociones, pensamientos y preocupaciones. Pero evidentemente según con qué tipo de colectivo o mediados estemos, deberemos ajustarnos a unos y otros.
      No sólo hemos de tener ese carácter especial al que nos referíamos anteriormente, sino que también tenemos que cumplir con la imparcialidad que caracteriza a la figura del mediador. Debemos saber manejar las situaciones, controlarlas, incluso me atrevería a decir, “jugar” con ellas, para dirigir el proceso hacia cada una de las fases con las que se debe cumplir.
      Éstas habilidades con las que cuenta y trabaja el mediador, pueden ser adquiridas a través del aprendizaje y sobre todo,  deben formar parte de su personalidad, de manera que, la naturalidad sea la base de este trabajo, que, como siempre decimos, será distinto en cada caso y ajustado a las necesidades de cada conflicto y personas inmersas en ellos.

      ¿Y tú? ¿Sabes cuáles son esas habilidades que tienes y puedes llegar a explotar para ser un buen mediador? 

martes, 1 de octubre de 2013

ASERTIVIDAD


La asertividad puede definirse como la intención de ofrecer un punto de vista sobre un tema determinado, comunicando las ideas y sentimientos propios, sin que la otra persona que escucha se sienta ofendida y por tanto muestre una actitud defensiva.

La asertividad en mediación consiste en tener la capacidad de hablar de nuestra realidad, y al mismo tiempo que la otra parte sea consciente de cómo somos ycómo nos sentimos.

La actitud asertiva en el mediador se manifiesta en cuatro rasgos básicos:

-        Es libre para expresar y manifestar lo que percibe y lo que piensa en el proceso.

-        Capacidad para expresarse con sinceridad, claridad y abiertamente con las partes.

-        Actitud proactiva de lucha por alcanzar su objetivo.

-        Actuar comprendiendo y aceptando sus limitaciones.

En cuanto a los distintos comportamientos asertivos destacan el estar pensando y hablar de uno mismo positivamente, y al mismo tiempo recalcar y resaltar las cualidades de la persona que está en frente.

Entre otros, también está el opinar de manera espontánea y natural, expresando lo que uno quiere o pide, así como mostrando las discrepancias que muestra con la otra parte.

No están dentro de los comportamientos asertivos el tener un comportamiento tímido o pasivo, no abriéndose uno mismo a la otra parte ni al mediador, así como un comportamiento agresivo, ya que éste lo único que consigue es prolongar el conflicto en el tiempo y no poder conseguir un buen clima de convivencia, manteniendo las relaciones y minimizando los efectos negativos del conflicto.

En definitiva, la asertividad nos permite defender nuestra opinión, expresando nuestros intereses de manera espontánea y transmitiendo nuestros sentimientos con la seguridad de que nadie los va a poner en duda, ya que nadie nos conoce mejor que nosotros mismos, así como discrepar con la otra parte de manera pacífica en relación a los distintos puntos de vista. Maria Gamez

miércoles, 18 de septiembre de 2013

COMUNICACIÓN VERBAL VS COMUNICACIÓN NO VERBAL



El principal vehículo de la comunicación es el lenguaje oral o escrito, que tiene como finalidad la comunicación del pensamiento a través de una serie de palabras.
Podemos creer, que en mediación, la comunicación que más nos incumbe es la oral. Sin embargo, los mediadores debemos poner atención a esos mensajes no verbales que se transmiten a través de los gestos y que nos puede ayudar a que una sesión de mediación sea mucho más fructífera y que prospere en el tiempo.
En lo que se refiere a la comunicación verbal, la elección de las palabras hechas por el sujeto emisor, indica prácticamente los intereses y sentimientos que quiere transmitir al sujeto receptor, los cuales si no son compartidos por éste hace que la comunicación entre ambos sea complicada.
Hay múltiples formas de comunicación oral. Los gritos, llantos y risas son otras formas de comunicación oral, las cuales pueden expresar diferentes situaciones anímicas y que son muy comunes en un proceso de mediación. En estos casos, el mediador se debe mostrar sereno y paciente, mostrarse cercano con el mediado, pero no puede caer en el error de dar respuesta al problema de esa persona, o hacer juicios de alguna de las partes.
La comunicación no verbal mantiene relación con la comunicación verbal, ya que suelen emplearse juntas.
Con respecto a la mediación, la comunicación no verbal contribuye a ampliar o reducir el significado del mensaje, ya que los gestos, postura y movimientos forman parte de los mensajes que lanzamos cuando se comunican con la otra parte.
Los silencios en la mediación es una señal que es aconsejable respetar por el contenido que ello puede conllevar y no precipitarnos, ya que ello podría ser causa de arruinar la mediación.
En función del contexto en que se desarrolla la mediación, es conveniente observar los gestos para prevenir, dentro de nuestras posibilidades como mediadores, reacciones adversas y emociones negativas e intentar que esa persona se sienta más tranquilo/a o más cómodo/a.
El lenguaje de los gestos, particularmente el de los brazos, el de las manos, el de la cabeza y el de los pies, es a menudo tan preciso y tan elaborado como el lenguaje verbal.
Algunos de estos mensajes no verbales como es el de cruzar los brazos indican desconfianza, si el mediado agita las manos demuestra que tiene facilidad de comunicación y en caso de ocultar con una mano, uno o varios dedos de la otra mano, es indicativo de inseguridad.
Es por todo esto, que los mediadores debemos poner tanta atención a las palabras, expresiones y tono de voz, como a esos mensajes no verbales que se transmiten a través de los gestos y que nos pueden indicar como orientar la mediación para una evolución favorable.

María Gámez.

miércoles, 17 de julio de 2013

MEDIACION PENAL CON MENORES INFRACTORES.

POR ESTEFANIA CASTELLANOS


La Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de menores, contempla la conciliación con la víctima o la reparación del daño causado a la víctima por el delito o la falta de que se trate, como mecanismos para evitar la imposición de la pena que se prevé para ese delito en el Código penal, resultados que se pueden alcanzar gracias a un proceso de mediación.
No obstante, para que pueda tener lugar será necesario; que el infractor sea menor de edad; que se haya iniciado un expediente judicial contra él; que el Juzgado califique el hecho, de manera provisional, como una infracciona penal; que el hecho constituya delito menos grave o falta y, atendiendo en todo caso a la gravedad y circunstancias de los hechos y del menor.
De darse todos estos requisitos, será necesario también para poder iniciarlo que se haya producido el reconocimiento del daño causado, tanto de la acción como del perjuicio o los perjuicios ocasionados por la misma, lo que se obtiene gracias al papel del mediador, quien deberá conseguir que el menor infractor llegue a expresar lo que le llevo a esa acción, a ese tipo de conducta, lo que supone que si por ejemplo el menor infractor conocía a la víctima antes del hecho que origino el conflicto, deberá tratar dicha relación en las  sesiones de mediación pues normalmente el acto en cuestión suele ser la consecuencia de un hecho producido con anterioridad. De lo contrario, es decir de no abordar la cuestión de fondo, puede suceder que éste se someta al proceso de mediación y se concilie o repare el daño con el único fin de eludir la pena que se le impondría al pasar por un proceso judicial, no llegando a adquirir la responsabilidad de la que antes hablaba y no llegando así a entender el punto de vista de la víctima ni las consecuencias de su acción.
En cuanto a las ventajas, proporciona resultados beneficiosos tanto para la víctima como para el propio menor infractor, e incluso para la sociedad.

Ambas alternativas (conciliación y reparación) suponen medidas previstas en la ley en aras del principio de intervención mínima, lo que supone que el derecho penal interviene lo menos posible y por tanto, se estará imponiendo una medida sancionadora menos agresiva y, por tanto, más beneficiosa para el menor infractor. Además, al tratarse de una medida educativa y resocializadora, se consigue trabajar con el menor infractor durante dicho proceso en su capacidad para reflexionar sobre la acción en cuestión, y ello junto con el encuentro directo con la víctima, escuchándola, le permite ver otra perspectiva de los hechos, pudiendo dar lugar a un cambio en su conducta. Por tanto, se podrá producir una modificación en su pensamiento, actitudes, valores y, en definitiva en sus futuras conductas.
En lo que respecta a la víctima, su paso por el proceso judicial supone una experiencia negativa, por lo dolorosa para la misma, puesto que debe expresar lo ocurrido normalmente ante el infractor sin llegar a entender nunca que ha hecho al menor llevar a cabo ese comportamiento, no llegando nunca a reconciliarse ni a obtener una satisfacción emocional que si obtendría de poderse someter al proceso de mediación, pues además de poder expresar ante éste los perjuicios y sufrimiento que le ha causado su conducta, será consciente; de las circunstancias y los motivos que han llevado al menor a cometer ese acto, del arrepentimiento del mismo y de su disculpa, resultados difícilmente o más bien, imposible de obtener, a través de un procedimiento judicial. Por tanto, obtendrá junto con la reparación del daño causado una satisfacción psicológica.

Junto con los dichos beneficios para el menor infractor y la víctima no debemos olvidar que el proceso de mediación tambien es positivo para el sistema judicial, pues hará descender el número de procesos judiciales ahorrando costes y satisfaciendo un gran problema que reprochan los ciudadanos, la lentitud de la justicia.

No obstante, a pesar de todos estos beneficios no se suele optar por la mediación como medida alternativa al proceso judicial y ello puede ser consecuencia de la falta de equipos para la ejecución de conciliaciones y de los escasos medios asignados a los mismos de existir aquellos en alguna comunidad autónoma, tal como explica  José Ignacio Prieto Lois, ex. Director de equipos técnicos de Jurisdicción de Menores de Galicia,  quien insiste en que aunque las Fiscalías de las distintas comunidades coincidan en los beneficios y la necesidad de las soluciones extrajudiciales, la práctica es desigual en función de los territorios como consecuencia de los medios asignados a los mismos, y de la necesidad de prever de Equipos de profesionales específicos dedicados a esta labor. Destaca que mientras en [1]“La Rioja no se pueden llevar a efectos soluciones extrajudiciales debido a la inexistencia de un equipo para la ejecución de conciliaciones, en la provincia de Zaragoza un 50 por 100 de expedientes son resueltos por esta vía, al existir un equipo dedicado a ello”.

Por tanto, aun conociéndose la importancia de la mediación como solución alternativa a la tradicional vía judicial para la resolución de estos tipos de conflictos, actualmente sigue siendo imprescindible potenciar su práctica dándose a conocer las ventajas de la misma así como promover la existencia de profesionales cualificados en todos las comunidades que puedan hacer posible la misma.


[1] PRIETO LOIS, JOSE IGNACIO (2012), Mediación con menores infractores en España y los países de su entorno, Valencia, tirant lo Blanch.

miércoles, 3 de julio de 2013

MEDIACION INTERGENERACIONAL

POR MARGA ESTEPA.


En relación con la mediación intergeneracional podemos citar multitud de casos diferentes en los que un profesional mediador puede trabajar. Esta mediación supone la resolución de conflictos entre las diferentes generaciones familiares, con lo cual, considero que pueden aparecer conflictos dentro del contexto familiar en cuanto a las relaciones de los miembros familiares por multitud de circunstancias y, además, esto afectaría a los diferentes contextos donde ésta se desenvuelve, como por ejemplo en las relaciones sociales, laborales, emocionales, entre otras.

    Al hablar de Mediación Intergeneracional, se debe hacer una distinción entre dos conceptos: mediación ascendiente y descendiente; puesto que los conflictos que puedan surgir en cada término se originan por diferentes causas y tendrán como consecuencia un proceso y tratamiento distinto al resto.

    En cuanto al término de “mediación ascendiente” se trata de llevar a cabo un proceso de mediación dentro del núcleo y contexto convivencial, en el cual se dan una serie de necesidades e intransigencias que han de ser resueltas para la fluidez en el entorno vivencial, con el mero hecho de que son conflictos más cotidianos y  tratados con más naturalidad, aunque también podamos encontrar conflictos que requieran mayor atención que otros.

    Por otro lado, el concepto de “mediación descendente” implica el conflicto que se puede establecer cuando la responsabilidad en el cuidado de los mayores se ve envuelta en circunstancias laborales específicas por parte de los hijos que impiden quizás la dedicación necesaria. También puede suceder que determinadas actitudes de los mayores (chantajes afectivos, excesiva dependencia...) lo conviertan en una carga física, emocional y mental  para los cuidadores, que puede ocasionar conflictos que requieran de una acción mediadora. Además, otro agravante a esta situación es la falta de ayudas sociales a los diversos casos de dependencia.

    También hay circunstancias en las q este conflicto de convivencia con los mayores afecte a la convivencia general de todo el círculo familiar, así como a las relaciones familiares, sociales, laborales, entre otros.

    La mediación intergeneracional es importante porque la vida va evolucionando de unas generaciones a otras, lo que supondría que las generaciones anteriores pasan el testigo a las siguientes, cuyas personas son otras, viven en un momento distinto, tienen esquemas diferentes, necesidades y formas diferentes de ver las cosas. Para que este traspaso sea armonioso, debe de haber una elaboración e integración de todo el proceso anterior que se nos transmite con lo nuevo. Este proceso acarrea conflictos que requieren una acción mediadora para encontrar un equilibrio entre las partes, en lo que se refiere a valores, relaciones emocionales, necesidades y esquemas mentales.

 

    Con respecto a las personas mayores, se hace también necesaria especialmente esta labor mediadora porque vivimos en un momento en el que priva lo económico, lo laboral...pero no lo emocional o humano, por lo que cuesta trabajo encajar el cuidado de los mayores en un ritmo tan acelerado de vida, que no favorece en la mayoría de los casos esta opción como viable.

 

    De esta forma considero que el mediador necesita un conocimiento amplio de las situaciones con las que va a trabajar, de los cauces de actuación y, sobre todo, tener una gran calidad humana. Resulta fundamental que en la primera sesión el mediador exponga una buena acogida ante las partes e intente recopilar la mayor información posible, creando un espacio cómodo en cual las partes puedan expresar sus sentimientos e ideas, para poder dar paso así al proceso natural de la mediación.


lunes, 1 de julio de 2013

MEDIACION INTERCULTURAL

POR MARIA GAMEZ CASADO


Actualmente, la multiculturalidad es una evidencia, ya que la realidad nos muestra la coexistencia, que no convivencia, de las diferentes culturas, costumbres, religiones…

En la sociedad multicultural en la que hoy nos encontramos, los inmigrantes forman parte de nuestra vida cotidiana. Por ello, surge la necesidad de aprender a convivir juntos.

Que la convivencia entre los españoles e inmigrantes sea agradable, positiva y pacífica, es trabajo de todos, por lo que hay que trabajar en común para alcanzar resultados enriquecedores. Éste es el punto de partida de la interculturalidad.

La interculturalidad es la interacción entre personas y grupos, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas. En las relaciones interculturales se establece una relación basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo. Sin embargo, no es un proceso exento de conflictos, estos pueden resolverse mediante el respeto, el diálogo y la escucha mutua. Es importante aclarar que la interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel geográfico sino más bien, en cada una de las situaciones en las que se presentan diferencias.

Para que la interculturalidad sea efectiva, hay que estar dispuestos al cambio. Hay que conocer al otro, reconocerlo, aceptarlo y, lo más importante, convivir con él.

El mediador intercultural acude allí donde hay dos culturas distintas en contacto, y a veces en conflicto. Su objetivo principal es acercar posturas y hacer que las dos partes se entiendan.

Éste se encarga de implicar a la sociedad para favorecer la convivencia intercultural, es conocedor de la diversidad y las diferencias culturales que puedan existir, ayuda a que las partes vean el conflicto desde distintos puntos de vista, acercando posturas.

 

El mediador intercultural es un facilitador de la comunicación entre dos culturas, crea un contexto flexible en la conducción de las disputas. Ayuda a las dos partes a llegar a un acuerdo, acercando las posturas de ambas partes en conflicto.

Un mediador intercultural, debería transmitir confianza a las dos partes y facilitar un ambiente relajado. Ha de ser neutral. Esta imparcialidad le exige al mismo tiempo desempeñar un rol de sensibilizador frente a la desigualdad o discriminación social o institucional.

No se centra en la resolución del conflicto o llegar a acuerdos, sino en la transformación de la relación entre las partes.

La escucha activa es fundamental en el mediador, que no se limita a oír y trasladar lo que se dice de una parte a otra, sino que tiene que saber preguntar en el momento oportuno, centrar sin presionar y respetar los silencios.
Estar relajado es muy importante en nuestro trabajo, porque para la persona inmigrante su problema es único y ayudarla a resolverlo es lo más urgente para ella.

jueves, 27 de junio de 2013

LA ESCUCHA ACTIVA

Por MARIA GAMEZ CASADO

Uno de los principios más importantes y difíciles de todo el proceso comunicativo es el saber escuchar.

Existe la creencia errónea de que se escucha de forma automática, pero no es así. Escuchar requiere un esfuerzo superior al que se hace al hablar y también del que se ejerce al escuchar sin interpretar lo que se oye.

La escucha activa alude no sólo a la habilidad de escuchar lo que la persona está expresando directamente, sino que engloba la capacidad de saber leer los sentimientos o pensamientos que subyacen a lo que está diciendo.

Una serie de pautas para mejorar la escucha activa serían la disposición psicológica por parte del mediador, es decir, estar preparado para escuchar y observar a la otra parte, analizando el contenido de lo que dice y como exterioriza sus sentimientos.

La otra parte ha de notar que la estás escuchando a través de: por una parte, la comunicación verbal, asintiendo a lo que dice con expresiones como “Claro”, “Entiendo”, “Ya veo”, etc, y por otra parte, la comunicación no verbal, consistiendo ésta en el contacto visual, en gestos, en la inclinación del cuerpo, etc.

El mediador ha de desarrollar la empatía o capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, intentando sentir lo que la otra parte siente, dando lugar a una comunicación más fluida y eficaz.

En cambio, a la hora de desarrollar la escucha activa hay que evitar la distracción, así como la interrupción, dejando que termine de expresar su parecer del conflicto.

Cuando estemos escuchando, no podemos caer en el error de hacer juicios y tener ideas preconcebidas y debemos evitar tener las respuestas al problema de la otra persona, sin que haya terminado de hablar.

Al estar desarrollando la escucha activa, debemos mostrar interés para así llegar a establecer una relación de cordialidad con la persona. Del mismo modo, es conveniente aclarar aquellas intervenciones realizadas por las partes para precisar lo que se ha dicho, es decir, recalcar ciertos datos o hechos que se consideren relevantes.
Por último, es aconsejable resumir la sesión, sintetizando y ordenando toda la información que da el que habla para comprobar que el mediador ha captado perfectamente tanto los hechos como los sentimientos de las partes.

jueves, 20 de junio de 2013

EL DON DE LA PALABRA


Por JULIA ROJAS-MARCOS BEL

Nuestros sueños, nuestros pensamientos, nuestros miedos..cuando son reconocidos por nosotros mismos. los transmitimos a los demás a través de las palabras.

 

Las palabras, a simple vista, son sólo eso palabras, pero no seamos ingenuos, no nos equivoquemos, ya que acompañadas del lenguaje gestual y del tono y volumen de la voz, adquieren poder y vida propia, teniendo la capacidad de unir a las personas o por el contrario destruirlas y desunirlas. Cómo dice Gorgias “ una palabra puede detener el miedo, desterrar el sufrimiento, crear alegría, alimentar el alma…” .Por eso son fundamentales en la Mediación, entendida cómo un proceso para resolver los conflictos de forma dialogada y pacífica.

 

Nosotros, los mediadores/as somos personas especializadas en las técnicas de comunicación y gestión de conflictos, promovedoras de la escucha activa y la empatía, por lo tanto  es necesario que dominemos el uso de las palabras. Por medio de ellas y con nuestra actitud, lograremos generar paz allí donde hay sufrimiento, tranquilidad allí donde hay tensión… Son imprescindibles en las sesiones de mediación aquellas palabras “sanas”  para que las personas se sienta cómodas, confíen en nosotros y aprendan a transformar lo negativo en positivo.

 

A si mismo, las palabras esconden mensajes, que las personas no emitimos por miedo al ridículo, a la frustración, a no sentirnos entendidos o apoyados o a ser agredidos verbalmente. Po lo cual es vital para que el proceso de Mediación tenga éxito que el mediador sea capaz de desentrañar esas señales que esconden las palabras,  cómo dice Wertsh “ No hay palabras neutrales, el lenguaje está completamente atravesado por intenciones y acentos.

 

Por consiguiente, es obligatorio el estudio profundo de las palabras, ya que ellas tienen una función en cada manifestación y relación humana, muchas evidente en procesos, tales cómo la Mediación, donde las palabras, los gestos, las intenciones y las emociones son la esencia y la herramienta fundamental del proceso.

martes, 18 de junio de 2013

TRASNMITIENDO MEDIACION


Por CONCHA GARCIA 

Ahora que nuestra vida está impregnada de la mediación, y hablo en nombre del equipo de mediadores de Triana, convirtiéndose en una forma de actuar, entender, sentir, pensar, en definitiva de vivir , es hora de transmitir esta vía, no ya de resolución, sino de acatar y prevenir problemas.

Diríamos que es una desconocida, aunque  a la hora de explicar qué es, en qué consiste y cómo se trabaja, a quien pregunta “¿Pero qué es? yo sé que significa mediación, pero exactamente no sé a qué te refieres”, en ese instante encuentro el momento. Mi momento para transmitir mi espíritu de mediadora. Su momento para hacerles ver que hay otra manera de tratar los problemas,  en el que tenemos en cuenta sentimientos, emociones, situaciones. En el que legitimamos a las partes, generamos ese ambiente para que sus posicionamientos se evidencien a la otra parte que hasta entonces sólo había entendido su postura como la válida. Siempre les digo a aquellos que no tenían conocimiento de la mediación que para mí es una forma más humana de solucionar conflictos.
Como hicimos la semana pasada, hemos de echarnos a la calle, tenemos que difundir, informar, dar a conocer la mediación. Cuando hablamos de lo que hacemos y a qué nos dedicamos, se refleja en nuestras palabras, en nuestras explicaciones, en nuestra mirada, incluso en nuestros gestos, porque estamos completamente convencidos, porque creemos firmemente en la mediación, porque para nosotros, las relaciones humanas son fundamento de la convivencia, felicidad y bienestar, y sabemos que ésta es la forma en la que se han de tratar muchos de los problemas que a la sociedad se les plantea y por los que sufren. Tenemos que difundir la idea de que hay una forma mejor de solventar nuestras disputas.

No debemos olvidar  a los escépticos, pero aun así, si les contamos nuestras experiencias, nuestra forma de trabajar, la acogida de la mediación de quienes llevan tiempo inmersos en un problema y cuando se han sentado en nuestra mesa han descubierto otro camino y se les han abierto los ojos, han descubierto cuál era el punto de vista de esa persona con la que llevaba tiempo en una situación dolorosa e incómoda, cuando contextualizamos y le contamos nuestra forma de actuar, les hacemos visible esta opción, que, aun no creyéndola al cien por cien, siempre quedará un resquicio de nuestra emoción y visión en su memoria y quizá les llegue el día en el que le encuentren sentido e incluso la necesidad de acudir a ella.
No me importa que me llamen soñadora, de hecho me encanta ¿hay algo más hermoso que disfrutar en la realidad de tu sueño? Pero no somos tan idealistas. Es complicado que la gente deposite su confianza en un mediador, es complicado hacerles llegar a todos este camino, es difícil su dispersión y extensión, por lo que tenemos que trabajar en ello. No queremos que el mundo se pierda esta oportunidad. Nuestra meta principal es  que  crean en ella y la practiquen. Probablemente sea una cuestión cultural, porque desde nuestro punto de vista, hay que inculcar la mediación desde los primeros años, de esta manera adquiriríamos una madurez más completa, ya que entenderíamos los problemas de manera distinta, lograríamos una implicación distinta en ellos e incluso prevendríamos situaciones duras y desapacibles.
Sabemos que el éxito de la mediación en nuestra sociedad es un camino de largo recorrido, pero que poco a poco lo estamos trazando, que tenemos que acudir a fórmulas innovadoras para difundir este método.

Que nos llamen locos, ilusos o idealistas, pero gracias a estas locuras, ilusiones e ideas, de alguna manera le hacemos llegar a las personas una forma de resolver los problemas en la que, dicha controversia, se trata desde una perspectiva de cambio y oportunidad. En definitiva, le mostramos una manera más satisfactoria y positiva de enfrentarse a los conflictos.

lunes, 10 de junio de 2013

CONCLUSIONES PERSONALES SOBRE LA DERIVACION EN EL CONTEXTO DE LA MEDIACION INTRAJUDICIAL


POR PALOMA ALÉS

Cuando nos referimos a la mediación intrajudicial, hablamos de la introducción de la mediación dentro de un proceso judicial ya abierto.
En los Juzgados existen conflictos a diario; conflictos que, en lamuchos casos, podrían resolverse a través de mediación.

En mi opinión, el principal obstáculo que encuentra hoy día la mediación es el desconocimiento de su existencia.

El hecho de que Jueces deriven a las partes a una sesión informativa de mediación, me parece que aporta calidad a la justicia, pues, previo a decidir por las partes, se les ofrece a estas la oportunidad de que sean ellas mismas quienes intenten llegar a un acuerdo (impulsados por ungestor de conflictos que sirva de canal de comunicación y provoque opciones que no habían sido consideradas por las partes dadas sus posiciones iniciales). Se les devuelve el poder a las personas y se les hace responsables tanto de sus actos como de sus consecuencias.

Cuando uno mismo fabrica sus soluciones, la probabilidad de cumplimiento de las mismas se incrementa, dado que, el compromiso al que se llega con la otra parte (y, sobre todo y aunque parezca sorprendente, con el mediador, a quien supone mayor reparo fallar, pues, se ha implicado hasta el final para ayudar) es un compromiso “autofabricado”, por tanto, querido y deseado.

Se trata de abrir el abanico de opciones a los ciudadanos, dotándoles de la mayor cantidad de instrumentos posibles para la resolución de sus controversias. Como decíamos antes, dado el desconocimiento de esta “alternativa” (entendido este concepto como *opción* perfectamente válida, equivalente al proceso judicial, y no subsidiaria), resulta interesante que exista la derivación intrajudicial. Muchas veces, las partes estarán dispuestas a sentarse para intentar llegar a un acuerdo
una vez que conozcan de la mediación, en otras ocasiones, aun siendo conscientes de la existencia de esta opción, preferirán pleitear cueste lo que cueste.

No obstante, aun en este último caso, ya queda en su memoria el hecho de que esta vía existe y que la pueden utilizar para cualquier asunto en el que se vean inmersos en el futuro. De igual forma, a pesar de que no se llegue a un consenso, el hecho de que las partes se hayan sentado una junto a la otra en una mesa de mediación puede reportar innumerables beneficios a la vuelta al proceso judicial (las tensiones son menores, se han visto las caras en un espacio de diálogo que no es el juicio, se han podido comunicar, han escuchado a la otra parte e incluso han podido llegar a entenderla aunque no se comparta su postura, se han sentido protagonistas y dueños de sus decisiones, etc.).

Se necesitan jueces que crean en la mediación y confíen en ella como instrumento útil y necesario al servicio de los ciudadanos, pues en ellos está el posible punto de partida de un proceso de mediación. En la mediación intrajudicial el impulso para acudir a mediación lo da el juzgador. Como dice el Protocolo para la implantación de la Mediación Familiar Intrajudicial en los Juzgados y Tribunales que conocen de procesos de familia, /“los jueces han de ejercer un rol muy importante en la implantación de la mediación, ya que son ellos los que deben promover y facilitar de forma activa y comprometida cualquier iniciativa de mediación intrajudicial”./

Del Protocolo anteriormente mencionado, me gustaría quedarme con una conclusión y es la siguiente: /“Ha de tenerse presente que el éxito de la mediación no debe medirse por el número de acuerdos totales o parciales alcanzados. Está demostrado que la simple participación de las partes en la primera sesión informativa presencial o en algunas sesiones de mediación, aunque posteriormente no se decida continuar, supone una importante mejora en el clima de diálogo entre las partes (…)”./

lunes, 3 de junio de 2013

DIBUJA Y CREA...Interpretación de dibujos.


Por Margarita Estepa

                Las técnicas de interpretación de dibujos, son unas de las llamadas ´"Técnicas Proyectivas". Como su propio nombre indica, son aquellas en las que la persona "proyecta" aspectos de su "mundo interior", tanto conscientes como inconscientes. A través de ellas, se ponen de manifiesto, rasgos de la personalidad, como inseguridades, miedos, felicidad, agresividad, coherencia, impulsividad, etc.; por ejemplo a través del trazo y la grafía de los dibujos. También se pueden apreciar conflictos relacionales, emocionales o familiares, a través de la temática o de las verbalizaciones que se realizan sobre ellos; según utilicemos el dibujo de la figura humana, el de la familia, dibujo libre, el árbol...etc. Igualmente se pueden ver ilusiones, deseos, expectativas, afán de crecimiento, sentido de la realidad...etc. También podemos apreciar aspectos intelectuales a través de los dibujos, como pueden ser la curiosidad, la capacidad de observación, rasgos de inteligencia como la riqueza verbal, la imaginación, la capacidad creativa, entre otros.

                Así mismo nos aportan datos sobre la persona en cuestión, el contacto que establece durante la realización del mismo, su actitud ante la "prueba", así como el gesto y su expresión corporal.

                Este tipo de técnicas pueden sernos útiles en nuestro trabajo como mediadores, sobre todo con los niños, que viven más cerca del mundo del juego, la fantasía y la creatividad. A partir de ellas te adentras en el mundo interior de la persona, con lo cual, justamente es en este momento, que se impone una reflexión sobre la prudencia y el respeto a la hora de su utilización.

                Como mediadores, utilizaremos esta u otras técnicas como herramientas que en principio den seguridad y nos aporten datos, pero, que en ningún momento nos descentren del sentido de la realidad, es decir, la persona en sí misma. La persona, como la vida, siempre están más allá de cualquier técnica o esquema mental, y sólo podremos "conocer" realmente si soy capaz de "sentir" y "transmitirle" a la otra persona.

                Como mediadores propiciamos el encuentro entre las partes en conflicto. Dicho encuentro se realiza en un área de seguridad y confidencialidad que, permite que sea un espacio de comunicación, aprendizaje y crecimiento para todos, donde se puede expresar, afrontar, asumir responsabilidades, crear y re-crear nuevas vías de actuación que nos permitan gestionar y resolver, en la medida de lo posible, los conflictos planteados. Es ahí donde el mediador se convierte en una especie de "Mago", que facilita y conduce el encuentro en cuestión y que tiene para ello el "poder" que le otorgan las partes mediadas y una serie de herramientas - como estas que nos ocupan- para poder llevar a cabo su trabajo. Es aquí donde la calidad, cualidad e integridad personal del mediador entran en juego; para que el encuentro sea realmente genuino, creativo, positivo y suponga una oportunidad para todos, independientemente de los resultados que se obtengan, y que no dependen del profesional, sino de las partes en su gran totalidad.

                Esto lleva a concluir en una Actitud, que aunque no está en los libros, resulta fundamental para trabajar como mediador/a: "Actitud del eterno y humilde aprendiz". Hace falta humildad para no perderse en el conflicto, para no dirigir, empujar o controlar la situación, para aprender  de todas las situaciones que llegan y que se conviertan en oportunidades. Finalmente, es importante considerar que en nosotros mismos reside nuestro verdadero potencial como mediadores;  es aquí donde se encuentra nuestra ilusión, intuición, fuerza interior, compromiso, creatividad y el verdadero conocimiento que surge de la experiencia vivida. Es por ello que invito a explorar...

miércoles, 29 de mayo de 2013

EFECTOS DE LA MEDIACION PENAL

Por María Gámez, Ramón Sánchez e Irene Rubiales 
Para articular una adecuada solución a un conflicto penal entre víctima e infractor desde la propia sociedad se requiere la intervención de una tercera persona: el mediador.Ambas partes confrontan su propia realidad poniendo, cada uno, historia y rostro al otro. Esta figura, desde los  principios de gratuidad, independencia, imparcialidad y respeto exquisito a la voluntad de las partes, tratará de restablecer los canales de comunicación entre las personas en conflicto, de modo que la víctima pueda conocer  las causas de la actuación del infractor y éste, a su vez, conozca el sufrimiento que ha producido. Este intercambio ayudará a la víctima a dar respuesta a sus “porqués” y  superar con mayor facilidad la agresión y, al autor, a responsabilizarse en un momento en que tiene capacidad para hacerse cargo de sus propios actos, para poder encargarse autónomamente de su vida desde un proyecto personal, todo ello, sin humillaciones, respetando procesos y evoluciones personales.

La mediación lleva implícito un elemento de paz social, de tolerancia, de reconciliar posiciones que en muchas ocasiones pasa por alto el Derecho Penal.

Por su parte, la mediación, realizada desde el propio tejido social, desde un colectivo al que se siente cercano el infractor, incluso al que otorga cierta autoridad moral, permite la responsabilización del infractor, asegurando la inmediación más importante, que no es la del juez-partes, sino la de las dos partes (víctima infractor) entre sí. Consideramos que el único momento de enfrentamiento dialéctico es el de la comisión del delito. Pasado ese momento el sistema social debe favorecer no el enfrentamiento inútil sino la reparación y, ojalá, la reconciliación.

La mediación penal comunitaria entre víctima e infractor en el ámbito penal se configura como una forma constructiva y no violenta de resolución de conflictos. No la única, ni seguramente, la adecuada para todo tipo de conflicto penal, pero sí como una manera distinta de afrontar los conflictos que se apoya en el (re)establecimiento del diálogo entre las partes enfrentadas, la escucha y la necesidad de cada una. No se trata de incorporar el papel de la víctima al modelo vigente de sistema penal, sino reformular el propio sistema “desde” la víctima y los intereses de la comunidad, que en ningún caso pueden ser ajenos a la rehabilitación y reinserción social del infractor como horizonte social y legal.

Una sociedad responsable debe tener resortes propios para la gestión de los conflictos al margen del procedimiento establecido por el Estado para canalizar los problemas más graves, esto es, el proceso penal.

La mediación parte de una premisa distinta y persigue otra finalidad a la que tiene el derecho penal mínimo: el punto de partida para que tenga lugar un proceso de mediación es el reconocimiento voluntario de la existencia del conflicto por parte de víctima e infractor. Esta distinción es muy importante, pues dicho reconocimiento voluntario de la autoría  es el único punto de partida para la resolucion del conflicto. En el caso del proceso penal rara vez existe un reconocimiento espontáneo del conflicto por parte del infractor; con lo que no se cumple el mínimo presupuesto necesario para poder resolverlo. “No puede haber diálogo si lo único que hay es interrogatorio”

Ello supondría una excelente aplicación del principio de economía procesal y minimizaría costes económicos a la Administración de Justicia. Al tiempo disminuiría la reincidencia, pues posibilita al tiempo, la concurrencia del principio intimidatorio que opera sobre el condenado instándole a no delinquir y a efectuar las reglas de conducta impuestas, y la del principio de reinserción a través de las medidas concretas alternativas a la prisión impuestas. Todo ello, después de haber efectuado el proceso de responsabilización que la dinámica mediadora supone, multiplica las posibilidades de lograr los objetivos que se esperan de la Libertad a Prueba.

Debe incentivarse la sinceridad del inculpado. No se trata de negar el principio de que nadie está obligado a declarar en su contra, pero, desde luego, constituye un sin sentido que se incentive la mentira por sistema.

Abarata los costes procesales; a través de él las víctimas recuperan el patrimonio perdido; se evita el conflicto interpersonal entre la víctima y el victimario; se desahogan los tribunales de justicia penal; se evita la impunidad; se le permite al victimario evitar un proceso penal con el cual quedará estigmatizado; se le reconoce y se le otorga a la víctima un papel importante dentro del proceso penal.

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