jueves, 2 de mayo de 2013

LA APUESTA DE TRIANA POR LA MEDIACION

¿En qué casos? Podrán ser abordadas todas aquellas situaciones de conflicto relacionadas con la convivencia vecinal, el civismo, el uso de espacios públicos, consumo, o que surjan en el seno de la familia o en el entorno educativo (no dentro de los centros escolares), así como cualquier otra situación siempre que exista la voluntad de resolver de forma dialogada. Desde la familia, las sociedades del marco occidental en general están experimentando un conjunto de transformaciones que, debido en gran parte al envejecimiento progresivo de la población, la incorporación de la mujer al mercado laboral, las nuevas tecnologías, el mayor despliegue de recursos técnicos en el hogar y el consiguiente abandono de lo tradicional, la dispersión geográfica de las familias nucleares y sus respectivas familias de origen, etc., repercuten muy directamente y de una forma muy clara y perjudicial en el ámbito del desarrollo positivo y funcional de la familia. Todo esto concurre inevitablemente si las familias no hacen ajustes estructurales, naturales y flexibles, o en su defecto, se realizan intervenciones técnicas igualmente ajustadas y flexibles en relación a esos cambios familiares, para así poder re-estructurar el desarrollo familiar en un sentido positivo y centrado en el crecimiento hacia el dialogo y la funcionalidad. Por tanto, entendemos la familia como la base de la sociedad, como socializadora de sus nuevos miembros, y por tanto su ruptura implica un trauma que necesita ser canalizado de la mejor manera posible. Las causas generales por las que se generan conflictos dentro de los núcleos familiares son: Separación y divorcio: Con la ruptura del vínculo matrimonial existen una serie de consecuencias que suelen ser fuente de conflictos como es el caso de la guarda y custodia de los hijos, la pensión por alimentos, la pensión compensatoria, la liquidación del régimen económico, etc. Convivencia: La convivencia entre abuelos, hijos, nietos y hermanos en un mismo domicilio suele producir conflictos intergeneracionales. Conflictos económicos intrafamiliares: Los acuerdos sobre reparto de bienes, herencias, empresas familiares, etc. Acogimiento familiar y Adopción: conflictos entre padres biológicos y de acogida. Estas situaciones producen un ambiente negativo en los menores cuya influencia les puede provocar cierta disfuncionalidad en las relaciones. El problema surge cuando se vuelve agresivo y exterioriza su rabia, por los problemas familiares, ante sus compañeros y profesores del colegio o reiterando el absentismo escolar. En estos casos hay más posibilidades de tomar contacto con el mundo de la delincuencia y las drogas. Desde los centros educativos encontramos esporádicas disputas entre compañeros que pueden ser solventadas con una correcta comunicación. No obstante, también se está haciendo cada vez más patente lo que llaman Bullying o acoso escolar. A pesar de ser un fenómeno que ha cambiado poco en comparación a décadas anteriores, sí es cierto que la conflictividad se presenta más peligrosa debido fundamentalmente a la ausencia del respeto y a una prolongada exposición a la violencia a través de los medios de comunicación. En ambos casos supone, para el alumno acosado, un vacío frente a sus compañeros y profesores, discriminado, impotente; el rendimiento escolar disminuye y llega a crearse en él cierta fobia hacia el centro escolar. Incluso su desarrollo emocional puede derivar a actitudes agresivas como forma de protección, lo que le convierte en un futuro acosador. También repercute en los docentes y demás compañeros debido a la falta de valores. La inobservancia de reglas por parte de alumnos conflictivos y la falta de autoridad en los profesores suponen una ruptura de la convivencia en las aulas y un anormal desarrollo formativo. Los profesores deben en este caso asumir funciones ajenas a las académicas. En el ámbito comunitario y vecinal, también se presentan aspectos conflictivos. Tanto en núcleos urbanos como en rurales, la convivencia entre vecinos no siempre es pacífica. En las grandes ciudades se presenta más en las comunidades de vecinos donde los intereses personales se contraponen a los comunes. Aquí no solo se producen tensiones a la hora de tomar acuerdos importantes sobre la gestión de un inmueble, también puede ampliarse a la esfera personal y familiar y romper la convivencia pacífica de cada inquilino. Lo que en principio supone una molestia causada por una mala comunicación puede desembocar en un cúmulo de conflictos que nada tienen que ver entre sí. Desde el punto de vista jurídico son muchas las demandas de vecinos que fácilmente podían evitarse a través de la mediación, contando con un experto que garantice un ambiente neutral para que entre las partes consigan comunicarse y vencer las diferencias. En el otro ámbito, el rural con poblaciones pequeñas, pese a que las relaciones personales varían en ciertos aspectos de las surgidas en el ámbito urbano, el nivel de comunicación es grande y todos comparten los mismos recursos públicos y privados. Suele existir una menor vida privada con respecto a la ciudad, aumentando el riesgo de conflicto. Por tanto, bien por una falta de comunicación como por una mayor implicación en la vida de los demás, supone abrir el camino a relaciones que pueden generar conflictos. En el ámbito de la empresa las relaciones humanas son más intensas. Esto no sería obstáculo porque puede abordarse a través de la mediación comunitaria. Sin embargo, hay que tener en cuenta otras variables que hacen de la empresa un ámbito especial. No obstante, cuando en el presente proyecto se habla de conflictos laborales solo se refiere a conflictos entre trabajadores, no a los generados entre sindicatos y empresarios. Los empleados, tanto públicos como del sector privado, que han de compartir muchas horas pueden llegar a tener problemas de convivencia laboral. Si a ello se añade una fuerte jerarquía y una gran competitividad que anule el trabajo en equipo, el rendimiento laboral decrece, el conflicto se extiende a otros empleados y las relaciones con el empresario chocan. Independientemente del conflicto, el trabajo de la empresa puede quedar afectado y ello da lugar a la intervención del departamento de Recursos Humanos para afrontar un problema del que no está preparado. Y el riesgo puede llegar a la confrontación de los sindicatos con el empresario. Y finalmente, desde el punto de vista de la multiculturalidad, el fenómeno de la inmigración legal e ilegal así como la apertura de las fronteras entre los países de la Unión Europea han provocado un progresivo cambio en nuestra sociedad. Nos encontramos con una rica variedad de culturas en el sentido más amplio, incluyendo los contrastes étnicos, de raza, religión, lengua y nacionalidad. Esa diferenciación supone, por un lado, un enriquecimiento cultural, un desarrollo humano, para el país de acogida como es el nuestro por cuanto ofrece un abanico de conocimientos y modos de ver la realidad. Pero también es caldo de cultivo para los conflictos generados por quienes no comprenden esa nueva realidad, por quienes ven peligrar falsamente la propia tradición o simplemente prejuzgan. En este caso, surge el racismo, la exclusión social, la marginación y el rechazo por igual a un determinado grupo religioso, étnico o nacional.

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